domingo, 21 de mayo de 2006

Ain


La ain es la letra que representa la comprensión y la visión interna. Su nombre así lo indica ya que "ojo" en hebreo se dice ain. La vista le da a la persona la comprensión más cercana a la realidad de la que le pueden dar los otros cuatro sentidos. Como dice el Talmud: Mejor es escuchar que ver. Ain es una palabra cercana a Maian, manantial o fuente de agua. El ojo es también como un manantial por donde entra el mundo que nos rodea en cantidad y así todo puede fluir al interior. El ojo es la ventana del cerebro, ya que por su intermedio recibe imágenes y conceptos que luego almacena y asocia en cada momento. El Talmud coloca al ojo como un micromundo frente al macromundo que nos rodea: lo blanco es el océano que rodea a la tierra, que es lo negro. Su forma está compuesta de dos partes: una iod recostada y una zain. Las dos apoyadas en la base. El valor numérico de esas dos letras es 17, al igual que la palabra tob, bueno. Esto para indicar que hay que usar el ain, ojo, para observar en el compañero sólo las cosas buenas. Sus dos extremos superiores se ven como dos ojos, que son los que cada ser humano tiene. Esto representa la posibilidad de ver lo que uno quiere y cómo cada uno desea. A tener en cuenta que todo tiene dos partes: una positiva y una negativa. Cada uno puede ver la mitad vacía o la mitad llena. También tenemos dos ojos, uno para ver las virtudes de los semejantes, y el otro para los defectos propios. Su ubicación luego de la Samej nos indica: Semoj (Samej), ayuda; a los Aniim, (parecido ain) pobres.
Manantiales de ojos, mares de lágrimas, mar para bucear en ellos, para buscar la verdad, para encontrar las mentiras. Una mirada dice mucho más que las palabras. Rara vez esa química nos falla. Y sin embargo, nos hacen falta el resto de los sentidos para terminar de comprender el mensaje del emisor. Excepto los ciegos que son capaces de entender sin ver. Quizá por eso el amor es ciego. Porque no le hace falta nada más para comprender.
Observar para ver las cosas buenas del que te mira....raro es, pues la mayoría de las veces llevados por la educación y el entorno, buscamos el defecto en lo perfecto, incluso una rareza puede ser considerada como un desperfecto en la persona.
Otro ojo para mirar los defectos propios. Seguramente muchos tendremos ese ojo anulado, pues no queremos ver dónde nos equivocamos. La soberbia nos ahoga. El orgullo nos envuelve y todos hacen un caparazón que nos rodea de tal forma que llegamos desdibujados al ojo de la otra persona.
Siempre me dejé llevar por la mirada de las personas, por el brillo de los ojos, por unas lágrimas, por un guiño, o por un parpadeo. Tengo miradas clavadas para siempre en la piedra de mis recuerdos, y aún con mucho tiempo atrás, cierro mis ojos, y veo los suyos.

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