lunes, 30 de octubre de 2006

Soldado de Cristo

“Levántate, soldado de Cristo; levántate, sacúdete el polvo; vuélvete al campo de batalla, de donde huiste, a pelear con mayor fortaleza después de la fuga y a triunfar con mayor gloria. Muchos son los soldados que tiene Cristo, que comenzaron con coraje y perseveraron en él, y vencieron. Muchos menos se cuentan de los que, tras haberse declarado en fuga, volvieron al peligro antes temido e hicieron huir a los enemigos que antes los habían ahuyentado. Mas como todo lo raro es precioso, me alegro de que te cuentes entre aquellos que, cuanto más escasos son, tanto más gloriosos aparecerán. Por otra parte, si te sientes demasiado tímido, ¿a qué temer en donde no hay por qué, y no temer donde verdaderamente se ha de temer? ¿O piensas que porque te fugaste de la fortaleza, evadiste las acometidas de los enemigos? Con más furor te persigue el adversario si huyes que te combatirá si resistes; con mucha más audacia te atacará por la espalda que se resistirá de frente. Hoy, creyéndote seguro, prolongas tu sueño hasta entrada la mañana, cuando a la misma hora ya Jesús se había levantado del sepulcro en su resurrección. ¿E ignoras que estando desarmado, has de hallarte tú mismo más tímido y menos terrible a los enemigos? Tropa de gente armada ha rodeado tu casa, ¿y tú duermes? Ya escalan los muros, ya derriban las defensas, ya irrumpen por las brechas. ¿Y estarás más seguro si te toman solo que si estas con tus compañeros? ¿Valdrá más te sorprendan desnudo en cama que armado en el campo? Levántate, embraza las armas, júntate a los soldados que abandonaste en tu fuga. La misma cobardía que de ellos te separó, vuélvate con ellos a juntar. ¿Por qué rehusas la aspereza y el peso de las armas, cobarde soldado? El enemigo que ya tienes encima y las saetas voladoras que te rodean disparándote al corazón, te harán olvidar lo incómodo de la loriga, lo duro del casco, lo pesado del escudo. Ciertamente al que pasa de súbito de la sombra al sol o de la ociosidad al trabajo sin transición alguna, todo le parece pesado, porque comienza. pero cuando ya va olvidándose de aquello y haciéndose a esto, la misma costumbre quita la dificultad y ve fácil lo que juzgaba imposible. Aun los soldados más bravos tiemblan muchas veces al repentino son de trompeta, antes del combate; pero en llegando a las manos, la esperanza de la victoria y el temor de ser vencidos los hace intrépidos.
Mas ¿cómo tiemblas tú, rodeado de todos tus hermanos, que te ciñen cual muro defensivo, teniendo a los ángeles que asisten a tu lado y viendo caminar delante a Cristo que anima a los suyos a la victoria, diciendo: Confiad; yo he vencido al mundo? Si Cristo está con nosotros, ¿quién contra nosotros? Seguro puedes pelear allí donde estas seguro de vencer. ¡Oh victoria segura por Cristo y con Cristo, de la que nadie puede defraudarte, ni herido, ni postrado, ni hollado, ni muerto, si posible fuere, mil veces. La única causa de no alcanzarla es la fuga. Huyendo puedes perderla, muriendo no puedes. Y feliz tú, si murieses luchando, porque al punto serías coronado, pero ¡ay de ti si, rehuyendo la pelea, perdieras juntamente la victoria y la corona! No lo consienta Aquel, hijo carísimo...”

San Bernardo Abad, Doctor de la Iglesia, en el año 1119.

martes, 24 de octubre de 2006

Chelem (sueño)

Esta noche soñé contigo, más que soñar tuve una pesadilla, por una serie de razones tenía a tu figura en brazos, acunándote como si fueras un recién nacido, yo lloraba, y a la imagen se le caían los brazos y las piernas...al final sólo quedaba el tronco, y una amiga te envolvía en su abrigo y te llevaba corriendo hacia algún lugar desconocido para mí, donde iban a arreglarlo. Yo no podía seguirte, sólo un martilleo en mi cabeza persistía recordándome que te habías deshecho en mis brazos. Sé que es imposible deshacerte, pero ¿quizás no esté deshaciendo otros caminos que esperabas de mi?. Tengo el día nublado, tal y como está fuera.

lunes, 23 de octubre de 2006

Tsarah (angustia)

Aqui estoy sentada esperándote cuando sé que no vendrás. Intentando concentrarme en las cosas mundanas, pero continuamente pensando en Ti, de una forma u otra. Hoy me han dicho que he entrado sin saberlo en una noche oscura, y que ahora las cosas serán más difíciles. Que ya no te sentiré y te veré como antes, algo que en cierto modo ya venía notando. Pero que será beneficioso para mi fe y para mi amor. Aún así te echo de menos, me siento pequeña y necesito de tu abrazo para sentirme bien, esos guiños que me hacías diariamente ¡no quiero perderlos!. Me siento abrumada de cosas y con muchos ojos fijos en mi cuando lo único que quiero es ser libre para escogerte....noche oscura del alma, qué triste suena...

miércoles, 18 de octubre de 2006

Halayla: Esta noche (lit. la noche)

Esta noche. Mañana noche. Anteanoche. Noches completas, días que son noches, días oscuros, noches estrelladas, noches de luna, noches infernales. Espacios temporales que se convierten en noches infinitas, etapas de la vida que no ven la luz, aunque intentes salir fuera y respirar aire nuevo. Esta noche, una más, has llegado a mi casa, y no estaba preparada. Ya sé que la Biblia me recuerda el pasaje de las vírgenes con las luminarias encendidas esperando a su amo. Pero me dormí. Llevo casi tres semanas en vela y me he dormido, justo cuando estabas a punto de llegar. No tengo excusas, no doy más, no quepo más, vuelve a no caberme más, ahora, con los ojos bajos esperaré a esa extensión que harás de mi interior, que me dolerá y que me hará más sitio dentro para que quepa más amor. Te espero.

martes, 17 de octubre de 2006

Gehena

Referencia biblíca al Valle de Hinom ubicado en el lado sur de Jerusalén, que servía como basurero de la ciudad en el tiempo de Jesús. Los fuegos en este lugar nunca se apagaban.
El infierno de la vida con esas hogueras inmensas que no se apagan nunca, con esos rescoldos que se avivan al mínimo paso del aire, con esas llamas frías y heladas de tu ausencia. No verte, no hablarte, no oirte y no sentirte. Ése es el infierno que vivo cuando te escondes en la bruma sin luz de mi alma. Ya he aprendido a buscarte, ya sé dónde encontrarte, hubo un tiempo en que el infierno llegaba a mi vida y no sabía salir de ahí, ahora sólo tengo que seguir tu rastro, tu cera, tu sierpe y se que al final, estarás tú. En realidad no eres tú quién se mueve, soy yo quién me alejo...y a veces, demasiado, ¿Por qué me lo consientes?....