Granos de arena deslizándose entre mis dedos, mi ansia por atraparlos me hace daño a veces a mi misma, olvidándome de que tu nos diste la libertad de escoger, y la libertad de vivir cada uno a su manera. Soy torpe y egoísta y no consigo entenderlo, aunque no es la primera vez que me ofreces la lección, pero aún así soy una niña egoísta y malcriada y sigo cerrando mi puño para que no se derrame ni una partícula de esta arena dorada de tu desierto, ese desierto que compartimos tu y yo. Temo abrir la mano y que se escape lo poco que tengo. Sé que me dirías, "ábrela, los que quieran quedarse lo harán..." pero ¿Y si abro la mano y se van todos? ¿Quién llenará nuestro desierto? ¿Quién podrá disfrutar de nuestro silencio entre las dunas?
