viernes, 27 de febrero de 2009

Amós

Amós, contemporáneo de Isaías y Oseas, fue el primero de los profetas menores. Fue hijo de Nahum y padre de Matatías en la genealogía del Salvador. Como natural de Judea, de la clase media o la clase baja, Amós vivió en Terna, en el Reino del Sur, unos 10 kilómetros al sur de Belén. Era la suya una aldea de pastores. Él tenía un pequeño rebaño de ovejas y tenía a su cuidado unas higueras silvestres. Amós era "recolector" de higos. En Oriente, la fruta madura cae al suelo y luego es "recogida"; por lo común no se toma del árbol, como en Occidente. Puede también llamársele "pellizcador" de higos, pues suele irritarse de ese modo la fruta para acelerar la maduración. Aunque no se educó en las escuelas de los profetas, fue llamado por Dios a profetizar en Israel durante los reinados de Uzías de Judá y Jeroboam II de Israel. Fue a Betel a reprenderla por sus pecados, pero Amasías el sumo sacerdote lo obligó a volver a Judá, mediante orden de expulsión que obtuvo del rey Jeroboam. Después de regresar a su casa, Amós escribió la esencia de sus discursos en un rollo que constituye el más antiguo libro de profecía que haya llegado a nuestras manos.
Amós, con la rudeza y estilo directo de un pastor e inspirado por la fidelidad a Yahveh, condenó la corrupción de las élites, la injusticia social y el ritualismo ajeno al compromiso de vida, anunciando el fin de Israel.

jueves, 26 de febrero de 2009

Ana, del hebreo hannah, “benéfica, compasiva”.

1Samuel 1: 1 8

Elcana era de una tierra cercana a Efraín, Ramataim de Zofim, que hace referencia a tierras ocupadas por la vieja y la nueva ciudad de Ramá, ubicada en terrenos altos, y que había sido fundada por Zuf, un efrateo, que era levita, tal como Elcana…El hecho de que Elcana tuviera dos mujeres era muy común en aquellos días en que cada uno hacía lo que bien le parecía en Israel, aunque fuera contrario a la ley original. Sin embargo era un hombre profundamente religioso que cumplía solemnemente con las tres fiestas principales saliendo hasta Silo, en donde los israelitas se juntaban a adorar porque allí estaba el templo. El sumo sacerdote era Elí y sus dos hijos, desobedientes en gran manera a Dios oficiaban de sacerdotes ellos también.Las mujeres de Elcana se llamaban Ana y Penina; Penina tenía hijos, pero Ana no, y esto para ella, como para toda mujer de la antigüedad era una gran humillación. Además Penina se burlaba de ella… Esto es muy común en las relaciones poligámicas. Y aunque Elcana privilegiaba a Ana, y con frases tiernas trataba de consolarla, la pena de Ana era muy grande…

2-La oración de Ana
1Samuel 1: 9 18
Era costumbre que de los sacrificios que se traían al templo, toda la familia comiera; Ana recibía la parte privilegiada. Después de haber comido y bebido, ella entró al templo de Jehová para orar y allí lloró amargamente por su aflicción. Elí estaba junto a uno de los pilares del templo y al ver a Ana en actitud de oración (no era común que una mujer sola lo hiciera) creyó que estaba ebria… Ana entonces advirtió a Elí sobre su aflicción.Notemos que Ana pide a Dios la bendición de ser madre para dar así satisfacción a su esposo y no sentirse desventurada por su esterilidad; pero no piensa egoístamente, porque ofrece su hijo al servicio del Señor. La promesa de que no pasaría navaja sobre su cabeza es el símbolo del nazareato (la dedicación a Jehová)… Por eso ella pide un hijo varón.Cuando Elí entiende la aflicición de la mujer, la bendice con el deseo de que Dios responda su oración… Entonces Ana volvió con los suyos, comió “y no estuvo más triste”.Hay dos enseñanzas notables en la actitud de oración de Ana: En primer lugar ella ora “con su corazón” pese a estar sumamente “atribulada de espíritu”. Dios escucha el clamor de nuestra alma… El oye la voz de nuestro corazón. No es necesario gritar ni hacer escándalo para que Dios nos escuche. Ana lo sabía, y en la intimidad oraba sumamente acongojada, con su corazón, moviendo apenas sus labios. En segundo lugar, y tal vez de mayor importancia, Ana nos enseña a dejar nuestros dolores en los pies del Señor… Ella lo hizo así y sin saber aún cuál sería la respuesta divina, “ya no estuvo más triste”…Había dejado su pena al Señor; sabía que El haría lo mejor. Por eso había vuelto en paz. ¿Obramos nosotros de la misma manera al llevar nuestros dolores al Señor?.

3-Ana cumple su promesa al Señor
1Samuel 1: 19 28
El Señor en su divina voluntad concedió los deseos de Ana, dándole un hijo varón. Es importante también destacar que Ana era una mujer de fe, no porque Dios le haya respondido favorablemente, sino porque su fe era suficiente para que ella aceptara la voluntad de Dios fuera cual fuera; por eso ella se calmó después de orar… Por eso la respuesta divina debe considerarse una gracia de Dios a la fe notable de la mujer. Ana también lo entendió así y estuvo con su hijo hasta que llegó el tiempo de destetarlo…Entonces marchó a la casa de Jehová en Silo, junto a su hijo y una ofrenda de paz, y allí volvió a orar a Dios para dejar a su pequeño hijo en el templo al cuidado del sacerdote Elí, tal como lo había prometido al Señor… Son notables las palabras de Ana en su oración.T ambién Ana nos deja una gran enseñanza: muchas veces cuando estamos afligidos oramos al Señor y hacemos promesas; pero al recibir la bendición de Dios olvidamos lo que hemos prometido. Ana no lo olvidó, y aunque tenía un solo hijo, estuvo dispuesta a ofrecerlo al Señor cumpliendo su promesa. Ana puso por nombre a su hijo Samuel, que significa “oído de Dios”, porque Dios había escuchado su oración…

4-Ana adora al Señor
1Samuel 2: 1 11
La oración de Ana es un cántico de alabanza a Dios… Considerarlo en su totalidad nos llevaría toda una clase por la riqueza de sus conceptos. En este cántico Ana se muestra como una mujer agradecida, pero además como muy sabia y conocedora de las cosas divinas. Vale la pena detenernos en algunas expresiones de Ana:V. 1: “…por cuanto me alegré en tu salvación”: No hace referencia solamente al suceso del nacimiento de su hijo, sino a la situación de su alma. Es una de las primeras expresiones en la Biblia que sostienen la seguridad de la salvación que Dios da a los que le son fieles.V. 3: “porque el Dios de todo saber es Jehová”: Hay un reconocimiento a la soberana e indiscutible sabiduría de Dios en todos los asuntos. El Señor es reconocido como omnisciente…V. 7 y 8: “Jehová empobrece, y él enriquece… El levanta del polvo al pobre”: Reconoce que Dios es quien concede las bendiciones al hombre y que el Señor está del lado del más débil y necesitado.V. 10: “Dará poder a su Rey, y exaltará el poderío de su Ungido”: La palabra Ungido es la misma que se traduce por Mesías… Teniendo en cuenta que no había rey en Israel, la mayoría de los intérpretes estima que éste es el primer pasaje de la Biblia que hace referencia profética al Cristo divino…No deja de llamarnos la atención la riqueza conceptual y profética de este cántico de una sencilla mujer. Sin duda que el Espíritu de Dios le llenaba en su alabanza.Vale la pena comparar el cántico de Ana, con el cántico de María, la madre de Jesús, según S. Lucas cap. 1: 46 55. Después Ana volvió con su marido a Ramá dejando al niño en el templo. Pero todos los años Ana subía a Silo a ver a su hijo… Dios le dio nuevos hijos: tres varones y dos mujeres; y la llenó de bendiciones.

“Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a Jehová…”

miércoles, 25 de febrero de 2009

Aarón ( אַהֲרֹן "progenitor de mártires")

Nombre relacionado con el egipcio "Aha Rw," "León Guerrero"), fue un sacerdote levita, hermano mayor de Moisés y primer Sumo sacerdote de los judíos.

Según la Biblia Aarón era el primer hijo de Amrón y Jocabed de la tribu de Leví, hermano mayor de Moisés y de María. La narración bíblica añade que estaba casado con una mujer llamada Elisabet y que tuvieron cuatro hijos: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. También se le considera fundador del sacerdocio judío.

Intervino en la producción de las plagas con que Dios quebrantó la resistencia de Faraón para que dejara libre a su pueblo, lo cual hizo exclamar a los sabios egipcios: «El dedo de Dios está aquí». Acompañó a Moisés, aunque no se le menciona expresamente más que en sus misiones ante el soberano.

Un mes después de la salida de Egipto, en el desierto de Sin, hubo de escuchar, junto con su hermano, las murmuraciones del pueblo, al que apaciguaron con la promesa del maná y de las codornices, viendo Aarón reforzada su autoridad, mientras hablaba a la turba, con la aparición de la gloria de Jehová en forma de nube. Por orden de Moisés conservó una urna llena del maná, que colocó juntamente con las tablas de la Ley en el arca. Defensor de su hermano también con la oración, nos lo encontramos sosteniendo los brazos de Moisés en alto hasta la puesta del sol, durante la batalla librada por Josué contra los amalecitas en Refidim.

Tuvo el raro privilegio de subir con Moisés al monte Sinaí, acompañado de sus hijos Nadab y Abiú y de los setenta ancianos de Israel, y de ver a Dios sin perder la vida, recibiendo el encargo, juntamente con Hur, de resolver las dificultades que se pudiesen presentar durante la ausencia del dirigente de Israel, que había de prolongarse durante cuarenta días y cuarenta noches.

Aarón cedió ante las presiones del pueblo, temeroso de que Moisés no regresara, e hizo fabricar un becerro de oro que marchase al frente de la caravana. Con la esperanza de disuadirlos, les pidió los pendientes de oro que llevaban en las orejas, pero habiéndose desprendido todos de las joyas, Aarón las hizo fundir, en un simulacro muy semejante a los que habían conocido en Egipto, y el pueblo gritaba ante él: «He aquí tu Dios que te sacó de Egipto», mientras, se prepararon los enseres necesarios para un holocausto y sacrificio a la mañana siguiente. Los cantos y las danzas fueron interrumpidos por la llegada imprevista de Moisés, que, montando en cólera, redujo el ídolo a cenizas y las arrojó al agua, que bebieron los culpables.

Moisés reprochó la conducta de su hermano Aarón por haber llevado al pueblo a semejante ocasión de pecado, y hubiese perecido él mismo víctima de la venganza de los sacerdotes, que pasaron a cuchillo a unos tres mil hombres, de no haber intervenido el mismo Moisés en su favor. Las palabras que dio como excusa de semejante proceder indican que obró por coacción del pueblo, enceguecido en su rebeldía.

El relato de la promoción de Aarón y de sus hijos al sacerdocio da una idea de la importancia que el culto a Jehová tenía en la ley de Moisés. Se describen sus vestiduras con todo detalle, y el ceremonial de su toma de posesión, que culminó con la bendición de Aarón al pueblo y la manifestación de la gloria de Jehová. Una falta de confianza en la Palabra de Dios en Cades atrajo sobre Aarón y Moisés el castigo de no entrar en la tierra prometida.

La casa sacerdotal se designa con el nombre de «Casa de Aarón». Su carácter careció de la firmeza y las dotes de dirigente de su hermano Moisés, habiendo pecado juntamente con el pueblo, aunque supo humillarse y reconocer su falta.

Dios usa a quienes, habiendo pecado, se arrepienten y reconocen sus errores. Su vara se guardó en el arca. Su sacerdocio es una sombra del Sacerdocio de Cristo, que no termina, es eterno y perfecto.

A pesar de sus flaquezas, fue especial por haber sido llamado por Dios, y ungido; por haber llevado sobre su pecho los nombres de las doce tribus y por ser el intercesor del pueblo entrando en el santuario con la sangre expiatoria en el día de la expiación

Según relata la Biblia murió a los 123 años, en el monte Hor,lugar donde además entregó el sumo sacerdocio a su hijo Eleazar y confirmó el sacerdocio aarónico de Itamar. Los hijos mayores de Aarón, Nadav y Avihú, habían muerto abrasados por el fuego divino, luego de haber transgredido las estrictas leyes del sacerdocio.El pueblo le lloró durante treinta días.

Según la tradición oral judía, era amante de la paz y se dice que, cuando dos personas estaban peleadas, les mentía a ambas, diciendo que la otra quería reconciliarse con ella.

En el Arca de la Alianza, situado en el Sancta sanctorum del Tabernáculo, se custodiaba la vara de Aarón, junto a las otras dos reliquias del Éxodo: las Tablas de la Ley y Maná.

A Aarón se le representa a menudo con la vara florida, que lo hace fácilmente reconocible en los grupos de profetas en los pórticos de los templos. También suele aparecer en las escenas de la vida de Moisés.

A finales de la Edad Antigua y durante la Alta Edad Media, aparece vestido de sumo sacerdote, con un tocado parecido a una tiara.

En la Edad Media se le representa a menudo con vestiduras de obispo.


jueves, 8 de enero de 2009

Lucas 2, 35

2:34 Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción,
2:35 y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".
Bajó la mirada recogiendo en silencio cada una de las sílabas pronunciadas por Simeón. Su niño, el ser de su vientre...a quien cada día veía más allá de la realidad sería la causa de su dolor.
Cerró lentamente los ojos e inspiró profundamente buscando paz en su alma. El camino sería largo y ahora iba a vivir su parte más bonita. Era consciente. Abrazó a aquel niño de ojos morenos con un inusitado arrebato de cariño mientras una lágrima resbalaba de forma cadenciosa por su mejilla.
En su corazón guardaba la certeza del Hijo de Dios y el futuro, doloroso, pero lleno de Amor del que haría entrega a su hijo. Ya estaba decidido, desde que se quedó embarazada...
Sonrió al bebé entre los ojos empañados todavía y apoyando su cabeza en José se marcharon henchidos de plenitud mientras Simeón miraba el contraluz de la figura de María y al Hijo de Dios en sus brazos....

lunes, 14 de abril de 2008

Mak'ob (dolor)

Aún me duele, supura el alma con herida abierta. No puedo mirarla, me avergüenzo de ser quien soy y de ser su hija. ¡Cuánto te prometí y en cuánto te he fallado!. Con la lección de este año aún me siento más mediocre, y yo, encima dispersándome en tus infiernos. Todavía puedo mirarte a los ojos porque sabes, tú mejor que nadie que lo he intentado, que me he hecho daño y he renunciado (en lo que he podido) a parte de mí misma para hacer lo adecuado...y sin embargo no ha sido suficiente. Pero no puedo más, no puedo luchar conmigo siempre, no tengo fuerzas, aunque eso me haga indigna de ti. Sólo puedo seguir acercándome a ti, orando, para que tú me des la fuerza suficiente y me hagas ver claro el camino. Dame un orificio por donde entre la luz que yo seguiré hasta el final, y que todo lo que estoy viviendo revierta en cosas buenas para ellos aunque me condene a mí.

jueves, 6 de marzo de 2008

Al Halim

El indulgente, el manso

El siervo tienen necesidad de Él para lograr llevar a buen término la aspiración espiritual y para conseguir la capacidad de autodominio y el poder operativo necesarios para hacerla efectiva en la dirección correcta.
Del libro El secreto de los nombres de Dios de Ibn Al'Arabí.

La palabra «manso», en sí, no es tan expresiva en el sentido moderno. Proveniente de «manere» (permanecer, quedarse), «mansus» (el que se queda), diera la impresión de inacción o quedantez. Y sin embargo es todo lo contrario, es la humildad misma de corazón, esa humildad que lleva a actuar con corazón limpio. Para algunos Padres de la Iglesia, incluyendo a San Agustín, esta bienaventuranza es una especie de duplicado de la bienaventuranza de los pobres. Este pensamiento se debe al término hebreo usado, «anawim», que no se traduce al griego solamente por «ptoxoi», pobres, sino también por «prais», dulce, manso. Porque pobre, en el pensamiento rabínico, indica una condición social; manso, en cambio, significa una condición moral

De hecho, la única vez que Cristo se propone a sí mismo como modelo y ejemplo es como manso y humilde de corazón. Frente a la dureza farisaica, Jesucristo de define como dulzura, alivio, refugio y fortaleza de las almas. (Mt. 11, 29-30) Es, ante todo, humildad de corazón (10). Pero no confundamos, la mansedumbre cristiana no es solamente suavidad; es también fortaleza. Suavidad y fortaleza; armonía divina de contrarios - reflejo del comportamiento de Cristo, Como Cristo, el cristiano ha de tener mansedumbre tejido con fortaleza, ha de resistir al mal, haciéndole frente con resuelta firmeza. No hay nada común entre la mansedumbre y la debilidad de carácter, la cobardía o la inercia. Los mansos del Evangelio no tienen nada que ver con personas de carácter débil, los no definidos en la vida, los que carecen de personalidad o valor. Pensar o hablar así, sería una deformación calumniosa de la mansedumbre cristiana que es suavidad y fortaleza, heroísmo constante y escuela de valiente testimonio. Manso es aquel que muestra con suavidad su fortaleza interior. Luchar, sin agresividad, por un mundo más justo y más humano, implica valentía y coraje; el odio es una forma de cobardía y la violencia una forma de debilidad.
La mansedumbre, pues, es la actitud opuesta a la violencia y a la cólera. Los dulces poseerán la tierra no por la fuerza de las armas sino a base de paciencia...


Extraído de la conferencia de monseñor Dr. Oscar Domingo Sarlinga, obispo de Zárate-Campana.

Visto así es un orgullo que te digan que eres un cristiano manso…las palabras están para desgranarlas en conceptos y demostrar lo que esconden los sonidos.

martes, 4 de marzo de 2008

Al-Sami - Al Basir

El que todo lo oye y El que todo lo ve

Necesitas de Él para adquirir las capacidades de estas facultades en modo absoluto y sin restricción. Él es el Oidor y el Veedor absoluto, es el que percibe todo lo audible dondequiera que sea tanto en el plano de la existencia como en el plano de la inexistencia y el que percibe todo lo visible sin ningún límite de proximidad o lejanía. Si el siervo llega a la no restricción de estas facultades escuchará y oirá lo que le ha ordenado que escuche y obedezca, y para que vea como se ha ordenado que vea y considere, ya sea como libre delegación o como imposición con obligatoriedad. Si el siervo realiza estos atributos, Él se convertirá en su oido y en su vista. Y quien ve y escucha realmente, es decir, quien ve y escucha “a Dios por Dios” cuando Dios es su oído y su vista, ninguna cosa audible o visible teme.
Del libro El secreto de los nombres de Dios de Ibn Al'Arabí.