martes, 20 de marzo de 2007

Veintiséis

Naqah: ser puro, inocente.

Lleva día a día contándome lo que falta para verlo. Últimamente nos vemos poco, aunque en el verde de su mirada (otra coincidencia) puedo reflejarme. El primer saludo, tras los besos de rigor es: quince, catorce, trece….es como un reloj parlante de carne y hueso pero sin el como…en su inocencia recuerdo aquella niñez en la que yo también contaba los días para verlo, y sin embargo cuán diferente es, no sólo ya la pérdida de esa inocencia, sino el trabajar para que ocurra a ser un mero espectador. Como trabajador he aprendido tanto de las personas, de la calidad humana de bastantes, y de la mediocridad de muchas que me apena enormemente. Hubiera preferido ser un inocente como él, para no tener que darme cuenta de todo esto. Y sin embargo soy consciente de que lo aprendido es un regalo para mi, algo más (¿hay algo más después de mi Aleph?) que debo agradecer. Hoy me besó y le dije antes que hablara: catorce….buenos días, amor.

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