jueves, 22 de febrero de 2007

Uno

"Él te condujo por el desierto, y en esa tierra seca y sin agua ha hecho brotar para ti un manantial de agua de la roca dura" (Dt 8,15).

Las tormentas en el desierto son escasas, pequeñas, nunca extensas y suelen darse en los atlas o cercanos a ellos en vez de en las planicies. La tormenta de ayer pasó por una gran montaña y después de haber recogido todo lo que destrozó e intentar arreglarlo, mi señor me dejó un manantial de agua para que me refrescara a última hora del día. La voz de casi una desconocida para mi me dio la clave de la sonrisa. Es fundamental esperarte con una sonrisa cuando todo alrededor es tan agreste, tan duro, tan zafio, y tan oscuro sin ti. Comienza la penitencia, dame fuerzas y sentido para hacer de ello una ofrenda válida para los demás y para ti.

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