jueves, 6 de marzo de 2008

Al Halim

El indulgente, el manso

El siervo tienen necesidad de Él para lograr llevar a buen término la aspiración espiritual y para conseguir la capacidad de autodominio y el poder operativo necesarios para hacerla efectiva en la dirección correcta.
Del libro El secreto de los nombres de Dios de Ibn Al'Arabí.

La palabra «manso», en sí, no es tan expresiva en el sentido moderno. Proveniente de «manere» (permanecer, quedarse), «mansus» (el que se queda), diera la impresión de inacción o quedantez. Y sin embargo es todo lo contrario, es la humildad misma de corazón, esa humildad que lleva a actuar con corazón limpio. Para algunos Padres de la Iglesia, incluyendo a San Agustín, esta bienaventuranza es una especie de duplicado de la bienaventuranza de los pobres. Este pensamiento se debe al término hebreo usado, «anawim», que no se traduce al griego solamente por «ptoxoi», pobres, sino también por «prais», dulce, manso. Porque pobre, en el pensamiento rabínico, indica una condición social; manso, en cambio, significa una condición moral

De hecho, la única vez que Cristo se propone a sí mismo como modelo y ejemplo es como manso y humilde de corazón. Frente a la dureza farisaica, Jesucristo de define como dulzura, alivio, refugio y fortaleza de las almas. (Mt. 11, 29-30) Es, ante todo, humildad de corazón (10). Pero no confundamos, la mansedumbre cristiana no es solamente suavidad; es también fortaleza. Suavidad y fortaleza; armonía divina de contrarios - reflejo del comportamiento de Cristo, Como Cristo, el cristiano ha de tener mansedumbre tejido con fortaleza, ha de resistir al mal, haciéndole frente con resuelta firmeza. No hay nada común entre la mansedumbre y la debilidad de carácter, la cobardía o la inercia. Los mansos del Evangelio no tienen nada que ver con personas de carácter débil, los no definidos en la vida, los que carecen de personalidad o valor. Pensar o hablar así, sería una deformación calumniosa de la mansedumbre cristiana que es suavidad y fortaleza, heroísmo constante y escuela de valiente testimonio. Manso es aquel que muestra con suavidad su fortaleza interior. Luchar, sin agresividad, por un mundo más justo y más humano, implica valentía y coraje; el odio es una forma de cobardía y la violencia una forma de debilidad.
La mansedumbre, pues, es la actitud opuesta a la violencia y a la cólera. Los dulces poseerán la tierra no por la fuerza de las armas sino a base de paciencia...


Extraído de la conferencia de monseñor Dr. Oscar Domingo Sarlinga, obispo de Zárate-Campana.

Visto así es un orgullo que te digan que eres un cristiano manso…las palabras están para desgranarlas en conceptos y demostrar lo que esconden los sonidos.

2 comentarios:

Alfredo Alfieri dijo...

Me parece excelente este extracto de la conferencia de este obispo. Tiene gran profundidad y claridad de conceptos. Además, el tema de la mansedumbre, como virtud del cristianismo, en general no se encuentra en ninguna parte tan bien tratado, al menos hoy día.
Sergio Alfieri

Anónimo dijo...

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