jueves, 8 de enero de 2009

Lucas 2, 35

2:34 Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción,
2:35 y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos".
Bajó la mirada recogiendo en silencio cada una de las sílabas pronunciadas por Simeón. Su niño, el ser de su vientre...a quien cada día veía más allá de la realidad sería la causa de su dolor.
Cerró lentamente los ojos e inspiró profundamente buscando paz en su alma. El camino sería largo y ahora iba a vivir su parte más bonita. Era consciente. Abrazó a aquel niño de ojos morenos con un inusitado arrebato de cariño mientras una lágrima resbalaba de forma cadenciosa por su mejilla.
En su corazón guardaba la certeza del Hijo de Dios y el futuro, doloroso, pero lleno de Amor del que haría entrega a su hijo. Ya estaba decidido, desde que se quedó embarazada...
Sonrió al bebé entre los ojos empañados todavía y apoyando su cabeza en José se marcharon henchidos de plenitud mientras Simeón miraba el contraluz de la figura de María y al Hijo de Dios en sus brazos....